Comenzaron hoy a retornar a sus viviendas cientos de familias que habitan a orillas de los ríos Ozama e Isabela, afectados por la inundación que provocó la tormenta Laura a su paso por el país.
En sectores de Sabana Perdida, en las riberas del río Isabela, residentes entre lamentos higienizaban sus hogares de los remantes dejados por la crecida del caudal.
Algunas familias sacaban velozmente el lodo de sus casas al tiempo de lavar las paredes.
Otros observaban la destrucción de sus ajuares que con sacrificios adquirieron para adornar sus residencias.
Este es el caso del sector Las Cucarachas, golpeado rudamente por la crecida, donde sus moradores evaluaban los daños causados por el afluente.
En Las Cucarachas, pese al descenso del río Isabela, todavía algunas viviendas permanecen anegadas aunque en menor proporción.
Colchones, neveras, muebles y otros ajuares rodaban dañados por diversos callejones del empobrecido residencial.
Con el paso del fenómeno atmosférico quedó al desnudo nuevamente el estado de hacinamiento y marginalidad en que viven sus moradores.
Contrario a este residencial, en La Javilla, El Framboyan y otros de Sabana Perdida, las aguas volvieron a su caudal y los residentes retornaron a sus viviendas. Igual situación ocurrió en El Dique, La Lira, San Vicente, Los Tres Brazos y otros que habitan en la ribera del Ozama, en el municipio Santo Domingo Este.
Pese a retornar a sus hogares, las calamidades económicas aumentaron en estas marginadas comunidades azotadas por la pobreza extrema.
Con un vulnerable techo pero sin tener siquiera colchón para dormir albergan la esperanza de recibir la mano amiga del Gobierno que, según ellos, ha brillado por su ausencia.
Piden a las autoridades gubernamentales condolecerse de las precariedades en que se encuentran tras perderlo todo durante las inundaciones del río Ozama.
Pero los estragos de la tormenta Laura no solo afectaron a residentes que conviven en la ribera de ríos, sino el litoral sur del malecón de Santo Domingo y el puerto, donde brigadas de Obras Públicas recogen toneladas de plásticos y otros desechos sólidos arrastrados por la corriente del Ozama.
En la playa Güibia, el Fuerte San Gil, el monumento San Antón de Montesinos y el Puerto de Santo Domingo, decenas de personas trabajan en el ornato y limpieza.
Miembros de las brigadas en algunos casos utilizaban maquinarias pesadas para agilizar los trabajos de readecuación de la zona turística.
La crecida del río Ozama arrastró toneladas de plástico, lilas y otros desechos al litoral sur del mar Caribe, provocando más contaminación al litoral de la ciudad de Santo Domingo.
Las autoridades ordenaron mantener cerradas las compuertas del puente flotante a fin de evitar la menor penetración de los residuos al puerto y su entorno.
Hoy hace seis días del paso por el país de la tormenta Laura, que dejó una estela de daños colaterales.
EL NACIONAL
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