El Cardboard es la apuesta de Google en
el campo de la realidad virtual o aumentada: se trata de una iniciativa
que apunta a abaratar costos y que consiste sencillamente en un
dispositivo hecho de cartón al que se le adiciona un teléfono
inteligente con Android.
La estructura de cartón sirve para sostener el smartphone a unos 4 centímetros de los ojos, y restringir el resto del
campo visual. En la pantalla, las imágenes aparecen duplicadas, pero al
estar tan cerca de nuestros ojos, se transforman en una sola imagen
tridimensional. El sensor espacial del móvil permite al software conocer
cuándo y en qué dirección el usuario mueve la cabeza para ajustar la
imagen de acuerdo al movimiento. Este anteojo de cartón cuesta menos de 20 dólares y los planos para crearlos se pueden incluso descargar e imprimir para hacerlos a mano.
En julio 2014, Facebook, compró por 2.000 millones de dólares, a Oculus Rift, una
pequeña compañía especializada en equipos de realidad aumentada. El
precio pagado sorprendió a muchos en Wall Street, que no entendían que
una compañía relativamente nueva, especializada en una tecnología experimental, pudiera costar tanto dinero.
Sin embargo, para quienes entienden el negocio de Facebook no hubo tal sorpresa. Si la red social es ya adictiva para billones de usuarios, imaginen un futuro
donde visitar Facebook sea una experiencia completamente realista.
Estos mundos virtuales serán la cuna de nuevas industrias que crearán
productos virtuales, surgirán nuevas fuentes de trabajo y las
posibilidades de ocio serán casi infinitas.















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