24.4.25

El preocupante aumento del "asma de las tormentas" y otros eventos de alergia extremos


 La gente podía ver la tormenta, pero no lo que sucedía dentro de esta.

Billones de partículas de polen que habían sido absorbidas por las nubes a medida que se formaba la tormenta, estaban siendo divididas en fragmentos aún más pequeños por la lluvia, los truenos y la humedad, para luego ser arrojados de vuelta a la Tierra y ser inhalados por los humanos.

Era alrededor de las 18:00 del 21 de noviembre de 2016 cuando el aire en Melbourne se volvió mortal.

Las líneas telefónicas del servicio de emergencia australiano se encendieron, las personas con dificultades respiratorias empezaron a llenar los hospitales de la ciudad y había tanta demanda de ambulancias que los vehículos no podían llegar a los pacientes atrapados en sus casas.

En total, diez personas murieron, incluyendo una joven estudiante de abogacía de 20 años que se desmayó en su jardín, esperando la ambulancia mientras su familia intentaba resucitarla.

Un sobreviviente describió cómo había estado respirando normalmente cuando, en cuestión de 30 minutos, se encontró jadeando por falta de aire. "Fue una locura", le contó a los reporteros desde su cama en el hospital.

Paul Beggs, un científico de salud y medio ambiente y profesor de la Universidad Macquarie, en Sídney (Australia), recuerda el incidente bien. "Fue un evento absolutamente enorme. Sin precedente. Catastrófico", afirma.

"La gente en Melbourne, los doctores, enfermeros y personas en las farmacias, nadie sabía lo que estaba pasando", agrega.

Pronto quedó claro que se trataba de un enorme caso del llamado "asma de las tormentas eléctricas", que ocurre cuando ciertos tipos de tempestades fragmentan las partículas de polen en el aire, despidiendo proteínas y regándolas sobre las personas.

Esas proteínas ampliamente dispersadas pueden desatar reacciones alérgicas en algunas personas, aún entre aquellas que nunca fueron asmáticas.

Los eventos de asma de las tormentas eléctricas como el que afectó a Melbourne son un ejemplo extremo de cómo el polen de las plantas y las alergias que causan son dramáticamente alterados por el cambio climático.

A medida que las temperaturas aumentan, muchas regiones están viendo cómo las alergias estacionarias están afectando a una proporción de la población cada vez mayor, durante temporadas más largas y con síntomas peores, indican los científicos.

Este año se vaticina que en EE.UU. los niveles de polen serán más altos que el promedio histórico en 39 estados. Y existe la probabilidad de que irá empeorando en años venideros, advierten los expertos.

El polen mismo es una parte esencial y constante en nuestro mundo. Estas partículas microscópicas pasan entre las plantas, haciendo posible su reproducción. Mientras que unas plantas propagan su polen con la ayuda de insectos, otras dependen del viento, enviando volúmenes enormes de esta sustancia polvorienta flotando en el aire.

Muchas especies de árboles, pastos y hierbas dependen del viento para dispersar su polen. Son estas las que especialmente causan las alergias estacionarias, o fiebre de heno.

Eso ocurre cuando tu sistema inmune erróneamente identifica el polen como una sustancia perjudicial, disparando una respuesta que normalmente está reservada para rechazar patógenos bacterianos o virus.

Los síntomas comunes pueden incluir moqueo, ardor de ojos y estornudos. En algunos casos, las alergias estacionales pueden generar problemas para respirar cuando las vías respiratorias se inflaman, impidiendo que el aire llegue a los pulmones.

El papel de los eventos climáticos extremos

Melbourne es el epicentro del asma de las tormentas eléctricas, con siete grandes eventos ocurridos desde 1984, pero se han dado eventos similares alrededor del mundo.

Aunque siguen siendo raros, el cambio climático podría estar incrementando la probabilidad de más incidentes de asma de las tormentas eléctricas, en parte porque está extendiendo las temporadas de polen, pero también porque está aumentando la frecuencia de eventos climáticos extremos, incluyendo tempestades.

Mientras no es posible determinar exactamente qué tanto el cambio climático influyó en la tormenta de 2016 en Melbourne, Beggs está "razonablemente seguro" de que tuvo un impacto.

"Sabemos que el cambio climático está conduciendo a mayores cantidades de polen en la atmósfera", señala. "Está cambiando el carácter estacionario del polen. Está cambiando los tipos de polen a los que estamos expuestos".

Beggs, que ha investigado el asma de las tormentas eléctricas extensamente, publicó un estudio en 2024 que examinó los vínculos entre este fenómeno y el cambio climático.Por suerte, los eventos de asma de las tormentas eléctricas siguen siendo raros. Pero el cambio climático está incrementando el riesgo de exposición al polen de otras formas.

Por una parte, el aumento de temperaturas significa que las temporadas de polen -cuando las plantas emiten polen, típicamente en la primavera y verano- están empezando más temprano y durando más tiempo, dice Elaine Fuertes, una científica de salud pública que se enfoca en el medio ambiente y enfermedades alérgicas en el Instituto Nacional de Corazón y Pulmón, en Imperial College (Reino Unido).

"Vas a tener personas que tendrán síntomas más temprano en el año, durante un período de tiempo más largo", comenta.

En algunos lugares del mundo una de las culpables es la ambrosía, un grupo muy difundido de plantas florecientes que muchas personas perciben como maleza.

Hay varias especies de ambrosía alrededor del mundo, pero pueden producir una cantidad increíble de polen. Una sola planta es capaz de emitir mil millones de gránulos de polen, por ejemplo. La ambrosía crece en jardines y cultivos, como también en rincones y recovecos urbanos.Las alergias producidas por la ambrosía ya afecta a unos 50 millones de personas en Estados Unidos. Un estudio que analizó los datos de 11 lugares en Norteamérica entre 1995 y 2015 encontró que 10 de esos lugares experimentaron temporadas de polen de ambrosía más largas, algunas veces mucho más largas.

Durante ese lapso de 20 años, la temporada se extendió 25 días en Winnipeg (Canadá), así como 21 días en Fargo y 18 días en Mineápolis (EE.UU.).

"El invierno se entibia, la primavera empieza antes, y el otoño se retrasa, así que el tiempo que pasas afuera en contracto con el polen alergénico definitivamente aumenta", expresa Lewis Ziska, profesor adjunto de ciencias de la salud y medio ambiente de la Universidad de Columbia, en Nueva York, uno de los investigadores de la temporada de polen de ambrosía.

Estos cambios se vuelven más drásticos en el norte de Norteamérica, Europa y Asia, indica Ziska, pero también se sienten en Australia y regiones del sur de Sudamérica y África.

Sin un recorte inmediato de emisiones de gases invernadero, los efectos seguramente serán peores.

Un estudio de 2022 estimó que, para el final de este siglo, las temporadas de polen empezarán hasta 40 días antes y terminarán 15 días después de lo que sucede ahora, potencialmente implicando dos meses adicionales al año de síntomas para los que sufren de fiebre de heno.No sólo es que las personas estarán expuestas a los alergénicos durante más tiempo. También significa que la cantidad de alergénicos en el aire está incrementando en muchas partes del mundo.

En la década de los 2000, la temporada de polen en EE.UU. continental empezó tres días antes de cuando lo hizo en los 1990, sin embargo, crucialmente, la cantidad de polen el el aire fue 46% más alta.

Eso se debe en parte a que los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera están aumentando, por las emisiones de la actividad humana. Y muchas de las plantas molestas para los que sufren de fiebre de heno prosperan con el CO2.

Cuando los investigadores cultivaron un cierto tipo de pasto bajo diferentes niveles de CO2, por ejemplo, descubrieron que las plantas cultivadas en una atmósfera que contenía 880 partes por millón (ppm) de CO2 echaban flores que producían casi 50% más polen que las plantas en una aire de 400 ppm.

Esta última cifra imita los niveles actuales de CO2 en la atmósfera de la Tierra.

Más CO2 = Más polen

Otros científicos también han experimentado cultivando diferentes tipos de robles, cuyo polen suele producir fiebre de heno en países como Corea del Norte.

Bajo un escenario de 720 ppm de CO2, encontraron que cada roble tenía un conteo promedio de polen 13 veces superior a los árboles que estaban bajo un escenario de 400 ppm. Aún a 560 ppm, la producción de polen fue 3,5 veces mayor que los niveles actuales.

Ziska, autor del libro Greenhouse Planet ("Planeta invernadero") de 2022, condujo experimentos similares con ambrosía. Sus resultados reflejaron lo mismo que los otros investigadores. "Cada vez que aumentamos el dióxido de carbono, las plantas de ambrosía respondían. Crecían más. Producían más polen", señala.

"Y hay evidencia de que estaban produciendo un polen más alergénico, uno que podría inducir tu sistema inmune a responder a un grado más alto que en el pasado".

La propagación de especies invasivas a través de nuevas regiones del mundo también está generando reacciones alérgicas en nuevas poblaciones de personas.

Por ejemplo, la ambrosía, que es originaria de Norteamérica, se ha propagado por Europa, así como en Australia, Asia y Sudamérica. Ya se reporta que un 60% de la población en Hungría, 20% en Dinamarca y 15% en Países Bajos está afectada por el polen de este prolífico grupo de plantas.Esto hace particularmente preocupantes que, para 2050, la concentración de polen de ambrosía en el aire se estime a cuatro veces más de lo que es hoy.

Casi un tercio del aumento se debe a la continua propagación de especies invasoras, señalan los investigadores. Los otros dos tercios se deben específicamente al cambio climático, incluyendo el alargamiento de la temporada de cultivo a medida que las temperaturas aumentan.

"Así que será una temporada que empezará antes, será más larga y más intensa para aquellos que experimentan síntomas alérgicos; y un riesgo más alto de nueva sensibilización para una población que anteriormente no estaba expuesta", afirma Fuertes.

No todas las regiones del mundo verán producción más alta de polen. Algunos investigadores han encontrado que el sur de California, por ejemplo, experimentará temporadas de polen más anticipadas pero menos productivas, como resultado de menos precipitación.

Pero estos vaticinios no toman en cuenta todos los efectos potenciales del cambio climático en los alergénicos que viajan por el aire.

También podría haber impactos para la salud por la creciente probabilidad de incendios descontrolados, por ejemplo, porque estos aumentan el riesgo de asma y síntomas de alergia.

bbc

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