Los movimientos que promovían la eugenesia a mitad del siglo pasado promulgaron normas para limitar la reproducción de los que consideraban “imbéciles”. Y lo hacían en base a una preueba que hoy sigue vigente: el test de cociente intelectual.
Seguro que alguna vez te has plantado delante de un test de cociente o coeficiente intelectual. Hoy en día puesto en duda por muchos investigadores, esta prueba basada en pruebas abstractas fue y sigue siendo habitual en muchos ámbitos como la escuela o las pruebas de acceso a algunas instituciones y también es posible encontrarlos de mil formas distintas en internet, donde prometen dar la jugosa pero a la vez difícil respuesta de lo inteligentes que somos. El problema, más allá de su validez o no, es que durante una larga época se usaron para dividir a los individuos entre "válidos" e "imbéciles", y lo que es peor aún, para llegar a castrarlos.
La vocación por ser capaces de medir la inteligencia de un individuo viene de antaño, pero su explosión en forma de test llegó con el comienzo del siglo XX. La primera de estas pruebas fue desarrollada por el psicólogo francés Alfred Binet, quien recibió un encargo del gobierno francés para identificar a los estudiantes más dotados en la escuela. Fruto de sus estudios surgió la denominada escala Binet-Simon en 1905, que a la postre se convirtió en la base de la mayoría de las pruebas modernas que aspiran a medir nuestra inteligencia de forma supuestamente imparcial.
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