De los venezolanos que han abandonado su país, cerca de 40.000 han llegado durante el año pasado a Roraima, uno de los estados más pobres de Brasil
BRASILIA. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Filippo Grandi, instó ayer a América Latina a “dar respuestas a los refugiados venezolanos”, que se han distribuido en masa por la región durante el último año.
“Repito lo que ya dijo el secretario general de la ONU, António Guterres: Esperamos que la situación en Venezuela se solucione y rápido”, pero hasta que eso ocurra “es necesario” dar una “respuesta meramente humanitaria, no política”, subrayó el diplomático italiano durante un evento de Acnur que se celebra en Brasilia.
En una declaración junto al canciller brasileño, Aloysio Nunes, Grandi valoró el “esfuerzo” que Brasil hace para acoger a decenas de miles de venezolanos que han llegado huyendo de la crisis económica, política y social de su país al estado de Roraima, fronterizo con Venezuela.
Grandi, quien al margen de la conferencia fue recibido hoy por el presidente Michel Temer, sostuvo que el Gobierno brasileño ha dado una respuesta “satisfactoria” a esa inmigración masiva, pero admitió que el país tiene dificultades para lidiar con esa situación y que requiere ayuda.
En ese sentido, le ofreció a Brasil el “apoyo sin restricciones” de Acnur para hacer frente a esa situación y fue más allá, al afirmar que se “comprometió” con Temer a “buscar apoyo en la comunidad internacional para esa tarea”.
Según datos de Acnur, unos 133.000 venezolanos han solicitado refugio en otros países entre 2014 y 2017, pero a ellos se agregan otros 363.000 que se han acogido a otras “alternativas legales”, que son ofrecidas especialmente por países latinoamericanos.
En ese caso, se trata de iniciativas adoptadas por Gobiernos, entre los que está el brasileño, que han decidido acoger a los inmigrantes venezolanos y facilitar tanto su documentación como su acceso a los servicios de atención públicos y al mercado de trabajo.
De los venezolanos que han abandonado su país, cerca de 40.000 han llegado durante el año pasado a Roraima, uno de los estados más pobres de Brasil, que carece de la estructura necesaria para atender esa inmigración y cuya frontera se reforzó hoy con una treintena de agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad.
El Gobierno brasileño ha declarado a Roraima en “situación de vulnerabilidad” y ha iniciado estudios para distribuir a esa inmigración por otras regiones del país, todo en el marco de programas que apuntan a regularizar su situación y que son apoyados por la oficina local de Acnur.
Según el canciller brasileño, “hablar del drama de los refugiados es hablar de conflictos, de dictaduras, de destrucción de modos de vida, pero también es hablar de solidaridad, humanidad y respeto” y “eso es lo que los refugiados encuentran en Brasil”.
Grandi dijo que esas “buenas prácticas”, así como otras similares que han sido desarrolladas en México, Chile y otros países, suponen un “modelo” a seguir que puede ser aplicado incluso en las naciones más desarrolladas.
También se mostró convencido de que esas iniciativas deberán ser incorporadas a las recomendaciones que serán volcadas en el Pacto Global sobre Refugiados, que Acnur se propone llevar a la Asamblea General de Naciones Unidas este mismo año.
Las propuestas de América Latina y el Caribe para ese Pacto serán consensuadas hoy, durante la última jornada de la conferencia que se celebra en Brasilia, la cual congrega a delegados de 36 países de la región.
Según los datos de Acnur, América Latina y el Caribe acogen hoy al 16 % de los 65 millones de personas que han sido desplazadas de sus países por conflictos, guerras o diversos tipos de persecución en el mundo, un número que, según la ONU, tenderá a crecer en los próximos años.
Eduardo Davis