Y yo, en este caso hago lo que mejor se hacer, estar en desacuerdo.
¿No creen que el dinero le pertenece a él, quien lo gana? Y él, quien lo
gana, y por lo tanto él, quien es el dueño, hará lo que le parezca
conveniente. Los niños no tienen ningún “derecho” a nada de sus padres,
más que el cuidado apropiado. Si los padres quieren dejarles todas sus
fortunas, bien, pueden, pero ni es la “ley” ni el derecho.
Obviamente, los más ricos son capaces de proporcionar mejores
herramientas a sus hijos, para que éstos últimos prosperen. Pero en mi
opinión, eso es lo que se les debe dar, las herramientas para que
construyan su propia vida. Y no la vida hecha, brillante y lujosa,
servida en bandeja de plata.
Y sí, podrían llamarse problemas de ricos o problemas del primer
mundo, pero es lo que es. Es un PROBLEMA. Un problema que muchos padres y
jóvenes adultos tienen que saber manejar. Ya que, uno no debe ser rico
como Sting para accidentalmente estropear a sus hijos dándoles en exceso
y por consiguiente no enseñándoles lo suficiente.
El dinero es un gran problema en cualquier escenario, si se
tiene o no. W. Somerset Maugham, el autor de un clásico británico “Of
Human Bondage” lo describió bella y puntualmente: “No tengo nada más que
desprecio por las personas que desprecian el dinero. Son hipócritas o
tontos. El dinero es como un sexto sentido; sin él no podríamos usar
completamente los otros cinco. Sin medios de ingresos adecuados la mitad
de las posibilidades en la vida quedan desconectadas. La única cosa a
tener cuidado es que usted no pague más de un centavo por el centavo que
gane. Usted escuchará algunos diciendo que la pobreza es el mejor
estímulo para el artista. Ellos nunca han sentido el hierro de esta en
su carne. Ellos no saben que tan malvado te hace. Te expone a la
humillación sin fin, te corta las alas, te come el alma como un cáncer”.
Pero recuerden, cada vara tiene dos extremos. Y este otro extremo puede ser igualmente perjudicial. ¿Por qué?
Es por algo conocido como la teoría del fracaso de la segunda
generación? ¿Han oído? De como hijos de padres exitosos y ambiciosos
resultan ser idiotas complacientes y desperdiciadores del tiempo?
Recientemente me encontré con una foto que circulaba en el Internet
que representaba las vidas de las personas que alcanzaron el éxito
después de sus treinta años, antes habiendo estado trabajando de mano de
obra barata o como servicio sin calificaciones.
Y un montón de 20 y 30 añeros que proceden de familias económicamente
cómodas, pero ya saben, hablo de los que están gastando todo su tiempo
yendo de fiestas con coches que sus padres les compraron, o viendo
videos en las Macs que sus padres les regalaron. A estos realmente les
ENCANTAN este tipo de imágenes, los escenarios del sueño americano “de
pobreza a la riqueza” (aunque no están muy cerca de la pobreza).
Debido a que les hace, bueno, nos hace sentir que siempre hay tiempo
para “llegar allá”. Para alcanzar el tope, hasta las estrellas, para
finalmente ser capaz de ir a cenar e intercambiar ingeniosas pláticas
con la crème de la crème de la alta sociedad, y merecerlo.
Y es cierto. Siempre hay tiempo para transformar nuestra vida. Yo se
de personas que se hicieron abogados de éxito después de los 50, o
personas que abrieron negocios de alto nivel después de pasar la mayor
parte de su vida bebiendo cervezas con sus panas.
Es cierto, siempre hay tiempo para transformar la vida a su
alrededor. Pero lo mas frecuente es que no se de, se aplica sólo a
aquellos que estén muy dispuestos. Dispuestos a pagar sus cuotas,
dispuestos a bajar el lomo. A veces diez y cien veces más trabajo del
que parece valer la pena.
John F. Kennedy dijo que hay riesgos y costes de la acción, pero son
mucho menores que los riesgos de largo alcance de la inacción cómoda. Y
muchos de nosotros estamos de acuerdo. El único problema es que nos
enfocamos solo en la parte de la “acción” de este consejo. Nos olvidamos
del aspecto de la “comodidad”.
Mucha gente nunca va a alcanzar sus metas, sean las que sean, no por
falta de talento, ni por no ser trabajadores. Es porque no anhelan ni
exigen desesperadamente el cambio de su posición casi como una obsesión.
Porque están suficientemente bien.
Sí, la parte más importante de la imagen que he mencionado, es la
“mano de obra barata o servicio sin calificaciones”. Los niños ricos, o
los en situación económica simplemente BIEN, a menudo resultan en
fracaso o incluso holgazaneando, ya que no tienen que esforzarse. Ellos
no tienen que luchar. Ellos no tienen que mejorar. Están cómodos, están
bien, o mucho más que bien, hagan lo que hagan, pase lo que pase.
Se dice que la vida comienza a final de su zona de confort. Y estoy
de acuerdo, sobre todo la vida en el sentido de la ruta de obligaciones
cumplidas, los logros propios, el trabajo duro, y el hambre de más. Y en
este escenario, el dinero es como el respeto, el único que realmente
cuenta es el ganado.
Lamentablemente algunos de nosotros sufrimos el bendito riesgo de estar demasiado cómodos para levantarnos y conseguirlo.
Por-Karolina Sima
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