Suele afectar a los antebrazos y la parte inferior de las piernas, debajo de los codos y las rodillas, y, a veces, en el rostro y el cuello.
"Estaba en la India cuando el doctor me dijo que lo que tenía era esclerodermia, y que era una enfermedad incurable. Me dio esteroides y me dijo que eran para controlar los síntomas. Y yo dije: '¿Cómo que no tiene cura? Tiene que haber una cura'", añade.
Tras 14 años conviviendo con la esclerodermia, ahora Khaleck quiere inspirar a otras personas a quererse a ellas mismas contando su experiencia.
"Antes estaba muy enojada. Me daba miedo mirarme al espejo", explica. "Perdí mucho peso, se me cayó el pelo… La enfermedad me cambió por completo".
"Me desconecté completamente. Me peleaba conmigo misma y con todos los que estaban a mi alrededor… Al principio fue horrible", añade.
Pero llegó un momento en el que cambió la manera de ver la enfermedad.
"Tras ocho años enferma, dejé de pelear. Empecé a rezar y a llevar el hijab. No sé cómo describirlo, pero cuando llevaba el hijab sentía que era bonita. Me miraba al espejo y me encantaba lo que veía", cuenta emocionada.
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