Los coches autónomos que se ponen a 320 por hora y realizan 24 billones
de operaciones de inteligencia artificial por segundo ya están aquí
En la carretera todo el mundo busca lo mismo. Tomar las
curvas como la seda, reaccionar lo más rápido posible, decidir la mejor
opción, acelerar lo justo y frenar al milímetro. Algo prácticamente
imposible para la mente humana.
Por eso ya se está produciendo el Robocar, un coche futurista completamente autónomo. Es más, ya se especula con campeonatos de este tipo de coches. O lo que es lo mismo, carreras sin pilotos.
Esto es posible porque el Robocar lleva un cerebro propio
que analiza los diferentes desafíos del circuito. Es una máquina del
siglo XXII. Cinco dispositivos para calcular las distancias desde un
emisor láser, dos radares, 18 sensores ultrasónicos, dos sensores
ópticos de velocidad, seis cámaras de inteligencia artificial y un
sistema de navegación satelital. Algunos no saben si es un coche o un
transbordador.
Además, el Robocar lleva cuatro motores eléctricos y es capaz de llegar a los 320 kilómetros por hora y procesar 24 billones de operaciones de inteligencia artificial por segundo. Series de complejos algoritmos tienen la culpa.

La primera carrera de la historia entre estos coches inteligentes sin
pilotos ya es un hecho. Se llevó a cabo en el Gran Premio de Argentina
de la Fórmula E, la categoría de automóviles eléctricos, aunque terminó
antes del final de la primera vuelta porque uno de los prototipos chocó al calcular mal una curva.
A pesar de que por el momento solo están presentes en circuito, la intención es que se adapten a la vida diaria.
Los ingenieros trabajan para desarrollar una tecnología con la que sea
posible eliminar cualquier posibilidad de un error humano, que es la
causa del 97% de los accidentes.
Así que en un futuro no tan lejano es posible que las
personas no conduzcan y se limiten a poner las coordenadas en un coche
que les llevará hasta el lugar que manden. Un avance para la sociedad
que significaría el fin de taxistas, conductores de autobús y chófers.

La integración de los Robocars en la sociedad van para largo, pero los
simuladores 100% reales son una realidad. En la ya nombrada Formula E,
los pilotos no pueden conocer de primera mano los circuitos en los que
corren porque la mayoría de GP's se disputan en circuitos urbanos.
¿La solución? Unos simuladores de carrera que cuestan alrededor de un millón de euros.
Se trata de sistemas casi perfectos con un hardware, software,
gráficos, sónido y física impolutos. Lejos de basarse exclusivamente en
motores virtuales, los simuladores parten de la física real de los
entornos. Cada trazado es escaneado con una
tecnología de sensores remotos llamada LIDAR, que utiliza pulsos láser
para mapear el terreno.
Es la única -y carísima- manera con la que estos pilotos pueden entrenar, ya que es inviable que se detenga el tráfico de ciudades como Hong Kong o Buenos Aires
para ello. Si ya se convierten en un auténtico caos durante el fin de
semana que dura la prueba, cómo sería un núcleo urbano de esas
características con el tráfico afectado dos o tres semanas.
RT





