6.7.16

!CONOCE! El esclavo que robó un barco para liberar a sus semejantes
















Hay hazañas reales que nos recuerdan a guiones de película, porque no nos las creemos de verdad. Tendemos a analizar a los héroes contemporáneos y nos olvidamos de quienes, en el pasado, llevaron a cabo acciones no solamente valientes y rebeldes, sino también inteligentes y exitosas.
Es el caso de Robert Smalls. Nacido el 1839 en Beaufort, Carolina del Sur, tuvo la suerte de ser el hijo de una esclava querida por la familia del almirante John McKee. Tan querida que siempre se rumoreó que el amo blanco de ambos era, en realidad, su padre biológico. Robert nació en la cocina de la casa.
El caso es que Robert y su madre vivieron en una relativa comodidad en tiempos dantescos para los afroamericanos. Los años previos a la Guerra Civil Americana, McKee llegó a formar en técnicas de navegación al joven Robert. Llegó a llevarlo consigo a través del río junto a sus otros hijos, y le enseñó los entresijos del comercio fluvial
Con la llegada de la guerra, los McKee entraron en bancarrota y se vieron forzados a vender lo que tenían. Con 12 años, Robert fue alquilado a un familiar lejano de los en Charleston.

Empezó trabajando duro en los muelles. Sus conocimientos como estibador pronto le sirvieron para ganarse la confianza de su nuevo amo.
En 1861 Robert entró a formar parte de la tripulación de un barco de vapor confederado lleno de armas, munición y esclavos. Fue entonces cuando empezó a tramar un plan para escapar y salvar del maltrato a su mujer, hijos y compañeros: iba a robar el barco.
Empezó a tramar un plan para escapar y salvar del maltrato a su mujer, hijos y compañeros: iba a robar el barco lleno de armas
Constantemente vigilado por tres oficiales blancos, Robert tuvo que aprender a esperar y a tramar pacientemente su ruta hacia la libertad. La noche del 12 de mayo de 1862, los agentes, que solían dormir a bordo, decidieron pasar la noche en tierra.
Robert y unos ocho miembros de la tripulación se quedaron solos. El joven de 22 años no tardó en comunicar al resto su plan. Casi todos decidideron apuntarse.
Hacia las dos de la madrugada, Robert se puso el sombrero de capitán y mandó a los hombres hizar las banderas de Carolina del Sur y la Confederada, la de sus enemigos esclavistas. Zarparon con discreción y pararon a recoger a más personas, incluyendo la familia de Robert, en un muelle cercano.

Los fugitivos surcaron los mares del sur de noche, utilizando los silbidos y señales de sirena del buque para que los otros barcos Conferderados no sospecharan. Robert había memorizado esas formas de comunicación.
Al amanecer, después de pasar frente a Fort Sumter, Robert viró hacia una flota de naves Confederadas que bloqueaban el puerto. La costa estaba devastada por la guerra, y decidieron enfilar hacía los navíos Yankees con una bandera enemiga. 
Los norteños estuvieron a punto de disparar. Pero un marinero vio que alguien ondeaba una sábana blanca como símbolo de rendición. En el último momento, salvaron sus vidas.
En una sola noche, Robert Smalls, lo arriesgó todo para liberar a los suyos. Como hombre libre siguió luchando por la justicia y la igualdad racial en Estados Unidos. En la posguerra, Robert participó en la legislatura del Estado de Carolina del Sur y fue miembro de la cámara de representantes.

La guinda de su historia está en un hecho curioso: Smalls acabó viviendo, ahora como propietario, en la casa del que había sido su amo en sus tiempos de esclavo. Todo gracias a aquella noche en la que se lanzó a navegar río abajo en un barco robado.

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