2,02 kilómetros cuadrados de área habitados por 36.371
residentes. El estado más densamente poblado del mundo y el segundo más
pequeño tras el Vaticano. Formalmente no es miembro de la Unión Europea
pero el euro es la moneda nacional. Un paraíso fiscal desde hace 146
años. Pero, ¿cómo es la vida cotidiana en el Principado de Mónaco?
La historia de esta ciudad-estado rodeada por
Francia y el Mediterráneo empezó hace 800 años, cuando en junio de 1215
un destacamento de gibelinos genoveses comenzó la construcción de una
fortaleza en la cima de la Roca de Mónaco, una piedra de 141 metros de
altura situada en la costa. Desde hace siete siglos, aunque con varias
interrupciones, el país está dirigido por la Casa Grimaldi.
Desde el año 1869, sus residentes no pagan impuestos sobre la renta. La
decisión fue tomada después de que el éxito extremo de su negocio de
casinos (sumado con un clima que permite gozar de 300 días soleados al
año) procurara al país unas ganancias extraordinarias. Una vez aplicada
la medida comenzó un auténtico 'boom' de la construcción, lo que
convirtió al lugar en una verdadera ciudad de millonarios que a partir de entonces recalaban en Mónaco no solo para jugar, sino también para vivir y hacer negocios.
Hoy en día la ciudad-estado es un importante centro bancario que vive,
además, del sector turístico, de la construcción y de un elevado número
de compañías residentes que se ven en Mónaco favorecidas por
extraordinariamente bajos impuestos empresariales. De los 36.000
residentes del país, los monegascos constituyen la cuarta parte, los
franceses la mitad y el restante 25% está dividido entre 125
nacionalidades diferentes de todo el mundo.
Los 2,02 kilómetros cuadrados de Mónaco cuentan con siete niveles
conectados entre sí con siete ascensores callejeros. Sin embargo, para
viajar a través del minúsculo país es mejor usar el coche.
Por más
cortas que parezcan las distancias ser aquí turista 'peatonal' no es
demasiado cómodo: no todas las calles y, aún menos, la autopista tienen
aceras. El transporte público existe, pero esperar a un bus durante
media hora es algo perfectamente normal. Y, desde luego, para comer, es
mejor viajar a Francia o Italia: encontrar en Mónaco un restaurante
donde un plato cueste menos de 50 euros no resulta tarea fácil.