El republicano consiguió un claro triunfo
sobre su rival demócrata Hillary Clinton tras imponerse en estados
claves. El resultado provoca conmoción interna y externa. Las encuestas
fallaron una vez más
Contra todos los pronósticos y la férrea oposición que plantearon los grandes medios de los Estados Unidos y el mundo, Donald Trump será el 45° presidente estadounidense. Fue luego de que derrotara sorpresivamente a Hillary Clinton, la favorita de los encuestadores.
La carrera de Trump hacia la Casa Blanca fue atípica. La primera conmoción la generó puertas adentro del Partido Republicano,
donde derrotó uno por uno al resto de los candidatos, mucho más
experimentados en la arena política, pero con menos batallas en los
medios.
Ese camino no le resultó gratis y lo llenó de rivales: hasta el día
mismo de la elección, los líderes de su partido le dieron la espalda;
incluso, al estallar el escándalo de las escuchas denigrantes hacia las
mujeres, varios gobernadores y senadores le pidieron su renuncia. Él no hizo caso y continuó decidido.
Luego fue el turno de su rival de este martes. Hillary Clinton
sufrió en carne propia el aluvión de votos del empresario
multimillonario. La demócrata no pudo vencerlo pese a contar con el
apoyo de los principales hombres de negocios del país, con los medios a
su favor y con las encuestas que siempre -salvo excepciones- la dieron
como favorita.
Las victorias que consiguió Trump en Ohio, pero sobre todo en Florida, fueron fundamentales para torcer los pronósticos. Hillary ganó en Virginia, pero no fue suficiente.
El desafío de Trump
es múltiple, tanto en el plano nacional como en el internacional. Sus
promesas de poner férreos límites a la inmigración podrían generar no
sólo una crisis social, sino, también, política y económica. ¿Podrá
cumplir con su anhelo de construir un muro que recorra la frontera entre los Estados Unidos y México? ¿O fue sólo una amenaza de campaña?
Ese tipo de declaraciones fueron las que también lo enemistaron con
líderes mundiales, con quienes tendrá que recomponer sus relaciones, si
es que le interesa. La revisión de los tratados de comercio firmados por su país y su promesa de acabar con el Estado Islámico
también forman parte de su difusa agenda, que fue apoyada por una
mayoría de estadounidenses frustrados con la clase política tradicional.
La victoria republicana se extendió a ambas Cámaras del Congreso, donde
Trump contará con amplia mayoría (aunque deberá recomponer relaciones
con su partido). Además, tendrá la posibilidad de nominar a un juez de la Corte Suprema apenas asuma
y muy probablemente alguno más durante su mandato, lo que le dará la
capacidad de reorientar el sistema de poder de los Estados Unidos. Todo
un enigma que el mundo comenzará a develar a partir del 20 de enero
próximo.