Con la llegada de los smarpthones y el aumento de la prodictividad, cada vez nos sentimos más agotados, sin embargo, no se trata de un problema precisamente nuevo.
¿Sueles sentirte cansado nada más poner sacar los pies de la cama? ¿Te sientes atrapado en una espiral infinita de trabajo, noticias y pitidos de móvil que se repiten hasta la extenuación? En los últimos tiempos, personajes públicos como Rihanna o Blake Lively han sido diagnosticados oficialmente con el que parece el mal de nuestro siglo:agotamiento.
Sin embargo, a pesar de la creencia popular, no es que hoy estemos más cansados que en ninguna otra época de la historia. Se trata, en realidad, de una condición que siempre ha acompañado al ser humano. Lo único que ha cambiado son las causas y los efectos de dicho cansancio.
Anna Schaffner, historiadora médica, ha escrito sobre el tema en el libroExhaustion: A History, donde investiga la forma en la que los médicos y los filósofos han entendido los límites el cuerpo humano, la mente y la energía a lo largo de la historia.
Recientemente, tal y como muestra uno de los estudios citados en el libro, médicos alemanes determinaron que cerca del 50% de un grupo de físicos padecían el conocido como síndrome de burnout. Estos físicos declaraban sentirse cansados durante cada una de las horas del día y que, el simple hecho de pensar por las mañanas en la jornada laboral, les dejaba agotados.
Por su lado, una encuesta finlandesa determinó que dicho agotamiento se percibe de forma diferente en hombres y mujeres. Por ejemplo, es más probable que a un hombre se le diagnostique con dicho síndrome antes que con depresión. Esto se debe a que muchos síntomas son comunes a la depresión y el síndrome se usa, en ocasiones, como una etiqueta libre del estigma que conllevan los problemas mentales. Así, mientras las mujeres se consideran más proclives a la depresión de forma natural, los profesionales masculinos de alto rendimiento pueden obtener así una baja larga sin que nadie les cuelge un sambenito indeseado.
No obstante, ambas condiciones son diferentes. La depresión conlleva una pérdida de la autoestima y autodesprecio. Mientras que, con el síndrome de burnout, estos factores permanecen intactos. Con la depresión toda la ira se vierte contra uno mismo y en la fatiga se dirige hacia la organización o los clientes con los que uno trabaja.
¿Pero, por qué existe la percepción de que se trata de una condición eminentemente moderna?
Una teoría afirma que podría deberse a que nuestros cerebros no están lo suficientemente evolucionados para lidiar con el ambiente de trabajo moderno. El énfasis creciente en la productividad y la necesidad emocional de probar la propia valía constantemente pone al trabajador en permanente situación de alerta. Un estado que, originalmente, evolucionó para lidiar con el peligro extremo. Lo que quiere decir que, aguantando cada día ese tipo de presión, generamos hormonas del estrés que preparan nuestro cuerpo constantemente para luchar.