La startup de biotecnología Contraline habla de comercializar un gel que bloquea la salida de esperma, de aquí a tan solo 5 años
Aunque algunos nostálgicos incurables intenten convencernos de lo contrario, el futuro es un lugar maravilloso. Un lugar en el que la tecnología nos hará la vida más cómoda y los avances científicos, más justa.
Al menos, en cuestión de sexo y es que, la anticonceptición masculina podría estar a punto de dejar de ser cosa exclusiva del condón.
En Silicon Valley, no solo trabajan los ingenieros informáticos que desarrollan, entre muchas otras cosas, las redes sociales a las que seremos adictos dentro de unos años. También trabajan en el gel que liberará a las mujeres de los efectos secundarios de los contraconceptivos hormonales.
La startup biotecnológica Contraline se prepara para comercializar un gel polímero que bloquea la salida de esperma, permitiendo la de otros líquidos
En 2014, todas las esperanzas estaban puestas en Vasalgel, un gel polímero que se inyecta en los conductos deferentes del hombre y que, supuestamente, iba a llegar al mercado en 2017. Sin embargo, La fundación Parsemus, la organización sin ánimo de lucro que se encuentra detrás del proyecto, ha retrasado ahora la fecha hasta 2018 por falta de apoyo público (el proyecto buscó financiarse mediante crowdfunding) y porque las pruebas con animales no han sido lo suficientemente satisfactorias.
No obstante, por suerte o por desgracia, les ha salido un competidor. Se trata de la startup de biotecnología Contraline que ya trabaja en un producto casi gemelo, el Echo-V. Su presidente, Kevin Eisenfrats, cree que dentro de cinco años el producto será una realidad en el mercado.
Los responsables de la empresa confían en que el producto pueda estar en el mercado de aquí a cinco años
Médicamente hablando, Echo-V funciona igual que Vasalgel. Ambos son geles que bloquean la salida de esperma permitiendo la de otros líquidos. Mientras tanto, el esperma se degrada de forma natural dentro del cuerpo del hombre gracias a su sistema inmune.
Sin embargo, mientras que Vasalgel requiere de una pequeña incisión para su implantación, Echo V se introduciría en el organismo vía inyección con la ayuda de los últimos avances en tecnología de ultrasonidos y sin necesidad de incisión alguna. Algo que Eisenfrats compara medio en broma con "introducir en el cuerpo un espagueti relleno de gel polímero".
En lo demás, los dos son anticonceptivos de larga duración que no protegen de enfermedades de transmisión sexual pero que serían más efectivos que el condón a la hora de evitar embarazos no deseados. Además, son métodos reversibles con una inyección que haría expulsar el gel.
Precisamente, es en la reversibilidad donde subyace el principal motivo de su retraso de su llegada a nuestras vidas.
En marzo, la fundación Parsemus declaró que la reversibilidad se les había resistido en los estudios con animales. Echo V, por el contrario, empieza ahora los tests pero se espera que tenga mayor éxito que su antecesor.
Los científicos se encuentran trabajando en la reversibilidad del efecto del gel
Los responsables de Vasalgel no descartan distanciarse de su competidor convirtiéndose en la alternativa a la vasectomía de toda la vida. Sin embargo, Echo-V está dispuesto a llegar a ser el rival del condón y convertirse, de paso, en una de las empresas biotecnológicas más poderosas de Silicon Valley. Para ello tendrán que enfrentarse, además, auna industria farmacéutica que lucha por mantener el status quo de la contracepción femenina que tantos millones mueve.
Desde Contraline han declarado que irán probando el producto por fases. Aunque convertirse en un medio anticonceptivo es su principal objetivo, empezarán probando en hombres que de todos modos estuvieran pensando en someterse a una vasectomía. Luego irán ampliando su público a hombres casados que, por el momento, no quieran engendrar descendencia.
Aunque la prueba en humanos del Echo-V está aún lejos de llegar a producirse, ya hay voluntarios haciendo cola en el email de Eisenfrats. La demanda está ahí y el futuro también.
